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jueves, 10 de marzo de 2011

la ultima cagada de el cascarrabias Roberto

Roberto, un cascarrabias y anciano hombre de 73 años, tenía una semana que no cagaba, sin embargo había comido lo de costumbre y no presentaba otros síntomas, por esto no le prestó mucha atención a esta situación.
Vivía en una pequeña y rustica casa de madera, el techo eran algunas láminas de zinc y estaba reforzado con plásticos. El piso era de barro y solo tenía una sola pieza, donde dormía, cocinaba y cagaba, para bañarse se iba al rio. Aunque tenía 73 años, aun poseía mucha energía, tanto que cuando iba a pescar siempre le ganaba a los joviales y petulantes muchachitos. Medía 181 centímetros, era flaco y costilludo, de piel morena, ombligo protuberante, cabellos semiondulados, no veía por un ojo y su cara poseía un aspecto feroz.
Aquel día, después de venir de su pesca, llego corriendo y casi tumba la puerta de una patada; pues cuando se encontraba en su labor cotidiana, le sorprendieron unas fuertes y atroces ganas de cagar, que soltó la atarraya, salto a la orilla del rio y emprendió una carrera hacia su casita. Mientras corría, sentía como si se le fuera derramando la mierda liquida sobre sus pantalones, y cuando llego a su casa los guindo en la pita que estaba sobre su cama.
Saco una basecilla verde y mal limpiada, de debajo de la cama, se sentó en ella y comenzó a pujar. De su trasero negro y peludo, brotaba mierda como licuada, que poco a poco se fue convirtiendo en una sustancia verde y viscosa, como una especie de moco, materia y bilis combinados. El no lo noto, el solo pujaba, y estaba empapado de sudor.
A continuación, dio a luz un par de mojones flácidos y marrones, malolientes y llenos de pelos, además tenían trocitos de Zaragoza que no habían sido bien digeridos. Tampoco lo noto. Al rato soltó un peo asqueroso.
Lo que si noto, fue algo que nunca en sus 73 años había sentido; era algo solido, grueso y tibio que quería salir de sus intestinos. Era el mojón mas grande y grueso que alguien hubiese cagado antes y después, y quería salir por el pequeño y apretado ano del cascarrabias viejo Roberto.
Tomo aire, apretó todos sus músculos y pujo. Pero solo consiguió asomar entre sus nalgas la puntica de aquel gran trozo de mierda, y sentía un dolor inmenso. Intentaría de nuevo; esta vez tendría éxito. No se detendría por mucho que le doliera.
Tomo mucho mas aire, apretó mucho mas sus músculos y pujo, pujo, mmmm,mmmmm, ahhhh…
Cayó Roberto sobre el suelo y se golpeó la cabeza, el bastardo trozo de mierda quedo en el piso, cubierto de sangre. La salida fue tan violenta que las paredes intestinales de Roberto terminaron reventándose. Lo encontraron al día siguiente, había muerto de un gravísimo golpe en la cabeza, mientras defecaba.
Un vecino salió de la casita y grito ante la multitud que estaba afuera intrigada: “el viejo murió cagando”.

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